A veces, despierto. No es algo que ocurra siempre. Los ojos solos son espejos en los que se refleja la realidad. La voz no puede explicar lo que pensamos. Se sirve de palabras que disfrazan una verdad nunca enunciada, pues no alcanzan a definir su profundidad y en muchos casos ni siquiera a matizarla. Por eso duermo, sin dejar que nada perturbe mi sueño. Que hablen los que sientan que deben hacerlo, yo, por mi parte, espero. El mañana, el amor, el final… todo viene desde dentro. Tu mundo y el mío se pueden rozar, por descuido, incluso colisionar, como parte de un malentendido. Sin embargo, nuestros vacíos no atienden a causalidades. Si me lees más allá de la sensación que te aportan los sentidos, como un escalofrío que no pide permiso para recorrerte, puede que entiendas porqué me aislé de los vivos. Pero la sangre sigue su curso, mi alma sueña y yo imagino, por eso escribo, no para sentirme vivo, sino para encontrarla a ella, sea quien sea…