Llamemos a las cosas por su nombre

Basándome en la experiencia yo diría que de todas las personas que cogen vacaciones estos días, solo una pequeña parte se va a dedicar a ir de procesión en iglesia y de iglesia en procesión. Este porcentaje de la población disfrutará en familia o con amigos de los tronos, la pasión y la emoción de esta fiesta cristiana siendo costaleros, capirotes o manolas. Y es que pertenecer a una cofradía o disfrutar de los pasos me parece de lo más respetable. Sin embargo, todos aquellos que dedican estos días a viajar, descansar o estar con la familia celebrando la primavera, ¿por qué mencionan con orgullo sus vacaciones de Semana Santa? ¿Por qué no empleamos el término vacaciones de primavera o spring break como en otros países? Y sobre todo, ¿por qué no desarraigamos ya de una vez nuestros merecidos días de descanso de la religión en un país aconfesional según dicta la Constitución española? Porque somos unos hipócritas incongruentes.

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